martes, 6 de noviembre de 2007

El sexto sol

Por Juan Silvestre Lechuga Peña


CAPITULO VIII
(ultimo)

La gran cruzada

“El espíritu humano huye ante la ruptura histórica,
y así ésta toma en las religiones la forma de una catástrofe,
(Apocalipsis cristiano, destrucción de la humanidad
al termino de cada era o sol azteca).”

Mesías, cruzadas, utopías.
Jacques Lafaye.


Ciudad de México, 7 de septiembre del 2006.

Para la mañana del día siguiente, Fernando Manrique tendría un importante número de reuniones de consejo directivo, una de ellas estaba directamente relacionada con la próxima audiencia que tendría el 15 de septiembre con el recién electo Presidente de la República. La audiencia de prácticamente una hora, sin contar el tiempo que el presidente le otorgaba en un desayuno privado, le daban la oportunidad de explicar con todo detalle cada una de sus iniciativas; sabía que si lograba captar su interés y posterior compromiso, las iniciativas serían incorporadas por las dependencias del ejecutivo federal en el programa de acción inmediata que ya había anunciado con gran penetración, inteligencia y cobertura a la ciudadanía, no en balde en los últimos dos meses posteriores a la elección, el equipo –considerado como el mejor por mucho tiempo por nacionales y extranjeros—al que se le había encargado la elaboración del plan, había desplegado un enorme esfuerzo a lo largo de todo el país, tomando la opinión y teniendo el consenso de todas las fuerzas políticas representadas en el Congreso de la Unión, el compromiso de los empresarios, la palabra del campesino y obrero mexicano y de los ciudadanos en general. Había una gran esperanza en ese programa anunciado; en esencia, el programa le había devuelto a la sociedad civil la posibilidad de organizarse para superar sus más apremiantes necesidades.

Espero que Fabián Díaz –secretario particular del Presidente Electo—le haya entregado oportunamente la historia de “El Sexto Sol”, así será mas fácil que se involucre, sin duda que es de su interés la superación de la pobreza, lo reflejó la sensibilidad y certeza de sus propuestas cuando hacía campaña política, estoy seguro de que no nos defraudará, pensó lleno de esperanza.

¿Pero se trata solo de programas?, se preguntó sinceramente.

¡No, claro que no!, basta ver como nos comportamos cada día – y cabeceo como negando su participación en su inusitado arranque de furia de apenas unos días atrás—para saber que estamos rotos en la raíz, en lo fundamental, en el espíritu. ¿Dónde extraviamos nuestra consistencia como raza?, se repetía consternado.

Los ciudadanos israelíes, alemanes, japoneses, ingleses, norteamericanos se mantienen en el liderato mundial, ¿a que se debe?, A que su esencia como pueblo permanece intacta; su devenir histórico si bien en extremo difícil no ha sido motivo suficiente para que su espíritu escape, al contrario, se ha fortalecido. La recuperación de Alemania, Japón y la Inglaterra de la posguerra le daban certidumbre a sus pensamientos.

Con suavidad acercó su mano al pulido escritorio de madera y lentamente deslizo la mano hasta un botón oculto en la base de la cubierta con la cual llamo a su asistente personal.

La puerta de su lujosa oficina se abrió y apareció Margarita, a quién tan solo le indico.

Llame por favor a Jorge, dígale que le espero en el garaje privado y que vaya para allá sin enterar de esto al jefe de seguridad, quiero completa discreción en el mensaje, le dijo mirándole fijamente a los ojos.

Margarita salió presurosa mientras Fernando se dirigió al perchero para tomar su chaqueta y salir a esperar a Jorge; había decidido salir a la ciudad y enterarse personalmente de cómo vivían día a día los mexicanos.

Apenas iba cruzando la puerta cuando Margarita llegó acompañada de Jorge, e interponiéndose entre ellos le dijo: Señor llamaron para confirmar su desayuno con el señor Presidente, confirmaron para el 15 de septiembre a las 8 de la mañana.

Fernando le sonrió y continúo su camino hacia el vehículo, sus ojos brillaban intensamente, ahora era un ser íntegro con espíritu renovado, sabía que su nueva energía provenía de reconocerse tanto en el vector Ehécatl como en el vector Manuel de Mendoza. Poseía una enorme sensibilidad para apreciar y respetar la naturaleza así como de una enorme determinación para alcanzar sus propósitos y privilegiar sobre todo la dignidad y libertad del hombre, como Manuel de Mendoza, pensaba. Pero sobre todo tenía una enorme voluntad y determinación para alcanzar desde una vez por todas desde su privilegiada posición económica y con ayuda del gobierno de la república, a través de una gran cruzada, detener y revertir el crecimiento e intensidad de la pobreza y marginación, y como gran empresa, recuperar la dignidad y espíritu de los mexicanos del siglo XXI.

Al llegar al automóvil, Jorge le solicito le indicara la ruta a seguir, Fernando tan solo le indicó.
Al centro.

¿Por donde prefiere que nos vayamos?, ¿por el segundo piso?, inquirió Jorge.

Por ningún lado, es mas, por favor préstame uno de tus “pants” con todo y tenis y gorra, anda ve de inmediato.

El estupefacto Jorge no salía de su asombro, era la primera vez en su ya largo servicio en esa casa que se le pedía algo semejante. Recuperando el aplomo hecho a correr para luego regresar con las prendas solicitadas.

Fernando las tomó y se introdujo en la parte posterior del automóvil. Ágilmente empezó a deshacerse de sus ropas y sustituirlas por las recién traídas. Se colocó finalmente la gorra y le dijo a Jorge:

Me voy a meter en la cajuela para cuando salgas nadie de afuera se percate de mi salida, te agradecería una absoluta discreción a lo que escuches, hagas o veas; me vas a dejar a tan solo unas cuadras de aquí, en la avenida donde se toman los transportes públicos.

En seguida, el poderoso e influyente empresario mexicano de las comunicaciones se introducía furtivamente en la cajuela del flamante BMW, momentos después la reja electrónica se abría dejándole el paso libre; los enormes mastines corrían y ladraban alegremente tras el automóvil, ante la intriga del personal de seguridad que resguardaba la puerta; uno de ellos tan solo alcanzó a decir ingenuamente a su acompañante.

Como le quieren los perros del patrón al Jorge, mira nada mas como le siguen y le saltan.

El automóvil se deslizó rápidamente por las avenidas de la zona residencial, posteriormente enfiló hacia el norte por una concurrida avenida y poco después viró por un callejón donde se encontraba un enorme contenedor de basura, lentamente disminuyó la velocidad y se estacionó.
Simulando tirar algunas bolsas de basura, Jorge abrió la cajuela, de la cual ante su señal de “campo libre” emergió Fernando Manrique, quién de inmediato emprendió su caminar decidido hacia la principal avenida que justo enfrente, ruidosa, le esperaba.

Mientras caminaba hacia la avenida decidió jugar un poco con su imaginación al proponerse llegar al centro histórico de la ciudad a un trabajo imaginario, se le ocurrió suponer que trabajaría en una de las prestigiosas librerías que ahí se encontraban y que para llegar tenía que utilizar el transporte público más barato.

Decidió esperar pacientemente en la cómoda parada que recién se había instalado a la par de muchas otras en la ciudad y para su sorpresa, unos momentos después arribaba un autobús de servicio del gobierno que justo se detuvo frente a el. Al subir notó que el chofer era un hombre maduro de cerca de 60 años, quién para su asombro hacía su trabajo con gran profesionalismo y cortesía. En su avance, jamás excedía la velocidad permitida para este tipo de transportes y durante el recorrido esquivó o dejó pasar a los autobuses del transporte concesionado, que feroces rebasaban imprudentemente a los automovilistas y se acercaban peligrosamente a las aceras para detenerse bruscamente y ganarle el pasaje al competidor mas cercano. La gente que iba en su interior hacía verdaderos esfuerzos con piernas, abdomen y brazos para no caer de bruces ante los intempestivos arranques y frenados a que eran sujetos religiosamente todos los días. Su reloj marcaba las 8 de la mañana.

Mientras observaba estas escenas se dio cuenta que en la esquina un grupo de agentes de tránsito intentaba infructuosamente que varios automovilistas respetaran las luces del semáforo. De nada servía el instrumento electrónico, la esquina estaba vuelta un verdadero caos.

A través de la ventana Fernando tan solo escuchaba que algún automovilista enfurecido, una vez liberado de su temporal encajonamiento, lanzaba improperios al por mayor a los frustrados agentes de tránsito.

Mientras el autobús se acercaba a la zona donde se observaba el mayor congestionamiento, Fernando empezó a distinguir como un grupo se arremolinaba alrededor de una enorme mancha roja que de inmediato supo se trataba de sangre. Cuando pasó frente a la escena pudo ver como los pequeños brazos de un niño se hallaban esparcidos por el suelo, su cuerpo hecho una masa sanguinolenta de carne y hueso daban a la decena una dimensión dantesca; el conductor de un camión repartidor de gas doméstico, responsable de la tragedia se notaba sumamente abatido; por el movimiento que hacían su boca y sus labios Fernando supo que decía, con lágrimas en los ojos: ¡No lo vi, perdóname Dios mío¡. A su lado, la desconsolada madre, una indigente sentada en la banqueta, no dejaba de observar los restos de su hijo, abrazando tiernamente sus ropas ensangrentadas.

Fernando observó como un par de perros callejeros se acercaron temerosos al montículo de sangre y empezaron a lamerlo, a los cuales un enfurecido miembro del cuerpo de bomberos que ya resguardaba la zona, propinó secas patadas que los hizo huir despavoridos entre la arremolinada multitud. Cuando Fernando pasó frente al joven policía de quizás 18 años, que trataba de contener la embestida de los automovilistas pudo notar que sus ojos enrojecidos derramaban copiosas lágrimas ante la escena de dolor que amplia se derramaba frente a sus ojos.

Lo primero que tenemos que proponer es un programa de largo plazo que atienda a los niños y a sus madres; de todos aquellos niños de nuestras ciudades y nuestros campos y que están sujetos a las privaciones y aislamiento que genera la pobreza. Que en lugar de deambular por las calles con sus madres en la búsqueda de un mendrugo con que alimentarse, se asombren con la maravillosa luz del conocimiento que se imparte en las aulas, con la panza llena, pensó. Con la tranquilidad que les da la certeza de que al día siguiente tendrán asegurados el alimento y la atención de su madre. Voy a integrar la propuesta de tal manera que en las proyecciones del México que queremos en el futuro se vea a las familias mexicanas con refrigerador lleno, lleno de víveres y esperanza para los que ahí se alimentan, con agradecimiento profundo a su patria que generosa les da la mano decididamente y que busca con ellos la reconciliación histórica que tanta falta nos hace, pensaba Fernando a la par de hacer algunas anotaciones en una servilleta de papel que había encontrado en una de las bolsas de su flamante chaqueta deportiva.

Incluso, los apoyos que diéramos los empresarios, sujetos a un escrupuloso y responsable ejercicio, podrían deducirse de impuestos o servir de base para generar alternativas en el pago de adeudos.

El “refri siempre lleno”, pensaba, era lo que de haberlo sabido hubiera planteado como propuesta en la reunión que tuve con el secretario de infraestructura y vías generales de comunicación. –El secretario de estado presidía el comité mexicano de una magna exposición internacional a realizarse en la ciudad de Francfort Alemania, en la que habían de desplegarse sendos pabellones de los países participantes, y se ofrecería a los paseantes una visión del pasado, presente y futuro de la nación respectiva—Recordaba como los espacios destinados al pasado y presente mexicano que habrían de montarse en la exposición se definían e instrumentaban con gran rapidez, no así el destinado al futuro, donde una gran gama de propuestas todas ellas ingeniosas se vertieron, pero ninguna como la que le llevaría en audiencia al Presidente Electo, la del “refri siempre lleno”.

La propuesta debe ser enorme y articulada, pero con un solo objetivo: Detener el avance de la pobreza volcando la acción del Estado, de los empresarios y de la sociedad en su conjunto hacia la atención y satisfacción de las necesidades básicas de estos mexicanos. ¡La pobreza no debe ampliarse ni intensificarse más!

¿Y por que no ir mas lejos aun?, les sugeriré a los presidentes de las cámaras y confederaciones hoteleras que analicen la propuesta de permitir que sus instalaciones en las playas puedan ser usadas por los niños mexicanos más pobres de manera gratuita y sin restricción alguna cuando tenga poca afluencia de turistas. Pensaba ilusionado que hasta los turistas extranjeros que generosamente se volcaban a sus playas lo entenderían. En el fondo, cualquier ser humano daría una fortuna por tener al momento de entregarle cuentas al creador una acción de esta naturaleza, la cual sin duda les permitiría tener serenidad y valor en la transición hacia la muerte eterna, con la tranquilidad que da el haber cumplido una noble misión, se decía.

Pero, ¿Cómo vamos a hacerle para que esto se mantenga y perpetúe en el tiempo? Pues con trabajo, se respondía en su intenso soliloquio. Este es otro de los temas que integran la agenda de los empresarios. Se puso de pie e inicio el descenso del autobús hacia la estación del tren subterráneo que le llevaría directo hacia el centro histórico de la ciudad de México.

Dentro de la estación, en el andén donde abordaría el tren, no cabía una persona más; desde que empezó a descender por la escalera eléctrica observó como una enorme masa humana bloqueaba todas las salidas del tren que en ese momento arribaba. La gente al interior del vagón intentaba infructuosamente salir y en un esfuerzo igualmente frustrado, los de afuera no podían acceder al interior; los jaloneos, empujones y gritos no dejaban de verse y escucharse, eran las 8:30 de la mañana y el ánimo de todas esas personas estaba contaminado por la ira y desesperación. Eran tan intensos estos sentimientos y estados de ánimo que no tardó en desatarse un a pelea entre dos obreros que trenzados a puñetazos resolvían sus diferencias matinales. Esto es lo que enfrentan día a día, pensó sensibilizado; aquí hay otra oportunidad de servir, hay que invertir en transporte masivo a como de lugar. Tenemos que llegar a los trabajos contentos, de buen humor, con enormes ganas de trabajar y salir adelante, pensaba.

Después de un buen rato, --eran ya casi las nueve de la mañana-- los vagones empezaron a arribar a la estación cada vez con menos gente, y fue así como por fin pudo reanudar su viaje.

Al salir a la explanada del zócalo se detuvo por un momento, ante él se desplegaba la Plaza de la Constitución; al lugar desde niño lo consideraba como algo espectacular dada la inmensidad de su explanada y la sobriedad de sus edificios. Continuó dando rienda suelta a su imaginación ahora retrocediendo en el tiempo para situarse en la época cuando en la explanada que ahora pisaba, una enorme reja circular, que prácticamente la cubría en su totalidad, protegía la imponente estatua ecuestre de Carlos IV; pensaba convencido que la reja no hacía más que proteger a la imagen de algún acto vandálico por parte del pueblo, siempre en descontento y en desigualdad, rumiaba en sus más íntimos pensamientos. Continuando con su ejercicio mental eliminó la Catedral, el Palacio Nacional, y así sucesivamente todas las edificaciones del lugar hasta emerger el lago que antaño existía; lo olía, lo escuchaba, sin embargo, su cielo era gris y enrarecido por el humo y contaminación, tal y como estaba al momento del cataclismo Azteca, pensaba.

La protección del ambiente y el desarrollo armónico de la sociedad en torno a él les consideraba temas de alta prioridad, incluso al medio ambiente le asignaba un carácter de asunto de seguridad nacional y mundial. La contaminación atmosférica en las grandes ciudades y la contaminación de las aguas superficiales y algunas subterráneas requerían de una acción decidida, reflexionaba.

Los mexicanos poseemos sustento histórico; una armónica y respetuosa relación con la naturaleza, que llegaba incluso a la veneración e idolatría; ahora es vergonzoso ver nuestros ríos y lagos llenos de agua residual y basura sólida. Hay que generar una gran campaña publicitaria sobre esto y emprender acciones directas para manejar bien todos los residuos, incluyendo los peligrosos que generamos los que tenemos industrias, pensaba sinceramente. Los ríos deben volver a cantar, remató.

Conforme avanzaba a la zona conocida como de los portales y justo antes de cruzar por la calle que le separaba de ella, pudo observar como dos sujetos en una acción sorpresiva sujetaron por la espalda a un turista, el cual simplemente se desvaneció no pudiendo soportar la denominada “llave china”; Esta consistía en provocar un desmayo momentáneo en la víctima apretando firmemente su cuello, lo que impedía la libre irrigación de sangre hacia el cerebro.

Cuando el turista cayó al suelo, uno de los asaltantes le extrajo de los bolsos todas sus pertenencias y el segundo, de un violento jalón le arrancó la videocámara con la que momentos antes filmaba entretenido el sitio. Los testigos de la acción, indiferentes, tan solo se hicieron a un lado para dejarlos pasar y verles perderse entre la multitud.

¿Por qué se roba? ¿Porqué nos arriesgamos a ser encarcelados e incluso muertos a balazos? ¿Realmente no tenemos opciones para la seguridad pública? –-frente a él, la policía ya auxiliaba y a la vez interrogaba al dolido turista— La clave está en el empleo, se respondió, el empleo aquí en la ciudad, y en el campo, donde es todavía más crudo el vivir.

Por su mente pasó un viaje que en el pasado había realizado con un grupo de amigos adolescentes al puerto de Acapulco en el Estado de Guerrero. Cuando se aburrieron de la vida del puerto decidieron ir a una de las lagunas cercanas; la aventura los llevó a rentar una enorme lancha a un pescador que inteligente se les acercó de inmediato apenas arribaron a la orilla de la enorme laguna de Cuyutlán.

La negociación fue muy simple y el “lanchero”, como empezaron a llamarle al guía, empezó a acelerar el viejo motor fuera de borda que ruidoso los impulsó por la superficie de la laguna. Muy cerca de donde la laguna se conectaba con el mar, el “lanchero” detuvo el motor y en el intenso vaivén del oleaje provocado por el viento, les explicó como la barrera de arena que justo abajo tenían impedía que el agua del mar se mezclara con las aguas dulces de la laguna; dicha situación les impedía un severo decremento en la pesca, para algunos como el “lanchero” su única fuente de ingresos. Después de conducirlos con gran pericia por entre los estrechos canales de los pocos manglares de la zona que aún quedaban en pie, los llevó a su ribereño pueblo a comprar algunas cervezas.

Ya estando en el poblado decidieron quedarse a convivir con su reciente amigo. A la par de que consumían unos deliciosos camarones recién extraídos de la laguna pensaba Fernando, en esa medida y en esa intensidad sus ojos absortos observaban como varios niños desnudos de abultados vientres deambulaban a la par de los cerdos por la enlodada calle, justo donde los animales defecaban, en un perfecto círculo de insalubridad. Delante de ellos, un joven fuera de sus facultades mentales, babeando y lloriqueando, se aferraba de la cuerda que lo sujetaba a un tronco, imposibilitándole el moverse al menos unos centímetros.

Saliendo de sus cavilaciones, Fernando cruzó la calle que le separaba de los portales y se adentro por una callejuela que le llevaría directo a su imaginario trabajo.

Cuando llegó a su destino observó su reloj y notó que eran cercanas las diez de la mañana; no cabe duda pensó, lo razonable serían treinta minutos, se pierde una hora de ida y supongo otra de regreso, preciosas horas que pueden aplicarse a la familia, a la lectura, al deporte, al trabajo, a la superación, ¡Carajo!, se decía a sí mismo.

Por que no lanzar una convocatoria en las grandes ciudades para que los empresarios, el gobierno y la ciudadanía les tendamos la mano a los asaltantes y delincuentes, ofreciéndoles un empleo digno. Los de graves delitos irremediablemente tendrían que cumplir sus condenas en sitios de verdadera rehabilitación social pensaba; pero los demás, la gran mayoría, delinquían por ser pobres. La pobreza de ninguna manera iba a ser el motor de la delincuencia; había que detenerle con empleos, e eso no tenía la menor duda. En su propuesta que llevaría al presidente electo desarrollaría claramente las acciones para instrumentar un gran programa de empleos en el medio rural y urbano. Al regresar a casa le encargaría a sus directivos que le recopilasen estadísticas e información relevante sobre pobreza, delincuencia, desempleo, medio ambiente, que le sirvieran para apuntalar su iniciativa.

Una enorme energía fluía por sus venas; buscó su celular para comunicarle a Margarita sus recientes necesidades de información, accesorio que no encontró, ya que se percató, la ropa que portaba no era la suya. Decidió emprender el regreso a casa por la misma ruta por la que había llegado al centro histórico de la ciudad de México.

Ciudad de México, 8 de septiembre de 2006.

Mirando a través de la ventana hacia el jardín de aproximadamente dos hectáreas, Fernando Manrique pudo distinguir a lo lejos en la puerta de acceso principal, el inicio de la llegada de cada uno de los integrantes de su principal equipo directivo.

Apoyándose un poco en el grueso vidrio de diez centímetros de espesor y de cuatro metros de diámetro, dado que se trataba de una mesa de cristal de forma circular, --donde reposaban un vaso y una jarra de vidrio así como un moderno proyector digital que enfilaba su cañón hacia una enorme pantalla—Fernando esperaba paciente la llegada de los integrantes a esa importante reunión. La oficina, a excepción de los pisos y techos estaba construida en su totalidad con cristales a prueba de balas y justo en medio del enorme jardín, así, para donde se dirigiera la vista lo que prevalecía era un intenso verdor y multitud de coloridas flores, que a decir de Fernando, predisponían a los asistentes de una reunión de trabajo a tener un mejor estado de ánimo y por ende productividad y resultados.

El primero en llegar fue Enrique Hernández, quien recientemente había sido designado como director técnico del consorcio de empresas propiedad de Fernando. Ingeniero de profesión, su participación en las juntas se distinguía por la mesura y objetividad de sus comentarios, jamás ignoraba a sus interlocutores, ponía extrema atención escuchando antes de intervenir para proponer siempre alguna solución. De no serle clara una propuesta interrogaba incisivamente y con gran naturalidad a quien la presentaba; su aportación era verdaderamente excepcional, lo que de inmediato le originó la enemistad de otros directivos que empezaron a negarle sutilmente el acceso a la información de sus áreas. Fernando estaba enterado absolutamente de todo lo concerniente a este conflicto gracias al confiable informe de inteligencia que regularmente le presentaba su asistente personal Jorge.

Notó como al momento de iniciar la marcha hacia su oficina extendió la mano al policía que resguardaba el ingreso a su residencia. Pudo observar que los siguientes ejecutivos en arribar a la reunión, sin excepción alguna, pasaron de largo al policía, sin dirigirle al menos la palabra, algunos solo alcanzaron a agitar la mano como en señal de saludo, sin bajar nunca el vidrio de la portezuela de su auto que les permitiera tener contacto con el exterior.

La puerta de cristal de la recepción se abrió y desde su oficina, Fernando pudo observar como al entrar, Enrique Hernández lo primero que hizo fue dirigirse hacia la empleada de limpieza que en ese momento recogía la basura de un bote. Cuando llegó le dio la mano y se la sostuvo por un instante a la vez que la mujer, sonriente, le hablaba y hablaba observándole directamente a los ojos. Cuando terminó de saludarla se dirigió a la recepcionista que de inmediato se puso de pie y se comportó igual que la mujer del aseo, atenta y sonriente mirándole siempre a los ojos.

Después de que Fernando recibiera un informe detallado por parte del director de finanzas, la reunión entro de lleno en la fase de propuestas, mismas que tenían que terminarse ese mismo día y condensarlas con los principales actores políticos e incluirlas en el documento que se presentaría en la audiencia que tendría Fernando Manrique con el recién Presidente Electo de los Estados Unidos Mexicanos.

La espaciosa mesa de cristal apenas contenía a los nueve directivos que ansiosos trataban de tomar la palabra y mostrar parte de sus iniciativas. Tocaba el turno a Antonio González, director de administración del corporativo Manrique –que agrupaba a todas sus empresas—quien de manera serena se puso de pie y enfiló directo a situarse al pie de la gran pantalla.

Con serenidad empezó a accionar el control remoto digital y de manera clara y concisa fue comentando cifras muy crudas de la pobreza rural y urbana; sus palabras se acompañaban de diferentes “close up’s” de rostros de niños, todos ellos sonrientes.

A través de los gruesos cristales, tanto las imágenes en la pantalla como los vigorosos movimientos de Antonio González eran observados atentamente por el resto de los empleados administrativos de la empresa, quienes al ver las imágenes en la pantalla, empezaron a acercarse expectantes al borde de los cristales, no en balde en los últimos días el trabajo se había duplicado e intensificado, que incluso, algunos de ellos entusiasmados y gustosos se habían quedado a trabajar durante la noche anterior, fotocopiando e integrando la información que habría de servir en la junta que ahora presenciaban.

Con toda intención, Fernando Manrique accionó un botón que se ocultaba bajo su descansa-brazos lo que permitió que el audio de la reunión se escuchara por todas las oficinas administrativas, incluso, se empezó a escuchar en la remota caseta de policías que lejana se veía a través de los cristales.

Una vez que las imágenes de los niños desaparecieron, Antonio González arremetió al micrófono prácticamente deletreando las palabras: “Cincuenta millones de mexicanos son pobres”.

Y es paradójico, continuaba, que las localidades más marginadas del país están ubicadas justo donde existen abundantes fuentes de recursos naturales, --en la pantalla, una nueva imagen apareció, en la cual se desplegaba un mapa de la república mexicana en el que se destacaban en tonos verdes a varios Estados, especialmente del sur—estos son todos y cada uno de los Estados de la República donde se ubican geográficamente las localidades más pobres del país, argumentaba.

Luego entonces, es en estos lugares, los más marginados del medio rural y urbano, donde hay que ofrecer alternativas efectivas de empleo. Por ejemplo, en los poblados de Cozondiapa, Loma Canoa, Arroyo Espuma, Tacchivo, Cocohuichi, Los Tochos, y continuó hasta terminar de nombrar a las cien localidades más pobres del país. –en la pantalla y simultáneo al nombre de la localidad más pobre pronunciado por Antonio, un destello rojo se iba a situar en la entidad federativa correspondiente.— Es aquí donde propongo que impulsemos cien proyectos de diferente índole, como empresas eco turísticas en las zonas donde la orografía impone severas restricciones a la agricultura, --en la pantalla se desplegaron varias fotografías recientes de poblados mexicanos típicos, ubicados en su mayoría en las serranías—agroindustrias, invernaderos para flores; vegetales de alta calidad como los “orgánicos” que son tan cotizados en Europa, continuaba Antonio interrumpidamente, ante la mirada atenta de todos los ahí reunidos.

Por ejemplo, en las zonas donde existe agua superficial y que no se utiliza en el consumo humano hay que impulsar proyectos de acuicultura, --y en la pantalla se desplegó un enorme complejo de canales de concreto donde el agua se deslizaba rápidamente entre estanque y estanque, aprovechando la pendiente natural del terreno; se trataba de explotaciones comerciales de truchas en las montañas-- Las empresas de este tipo irían acorde con la campaña de rescate de ríos y barrancas del plan ambiental, que es el siguiente tema, una vez que haya concluido, dijo observando directamente a Enrique Hernández.

Estas son algunas de las alternativas de muchas otras que se presentan en los anexos, --señaló el abultado legajo de documentos que se agrupaban justo a sus espaldas, en una pequeña mesa—pero lo más importante es lo que la gente de estos sitios nos sugiera; su experiencia y participación son imprescindibles para el éxito y arraigo de la iniciativa, se trata de que la comunidad organizada libremente, elija su porvenir, con nuestro apoyo, termino.

Pero, --levantó la mano una joven de mirada fría y acerada, que no ocultaba sus orígenes alemanes—corremos el riesgo que el Presidente Electo nos ataje las propuestas argumentando que son atribuciones del Estado mexicano.

A lo que Fernando Manrique contestó prudente e inteligente:

En tal caso, habría que abandonar también la labor de nuestras fundaciones de ayuda a discapacitados y los goles por la vista, esas son obligaciones irrenunciables del Estado mexicano.

Pues bien, continuaba Fernando, instrumenten los prospectos descriptivos de estas iniciativas, contraten especialistas, y lo mas importante, que las comunidades se involucren desde el principio, necesito la propuesta aceptada por las comunidades y las que de ellas emanen, nada impuesto, sentenció. Adelante Enrique, ¿Qué nos tienes?

Desde su lugar, sin más preámbulos, Enrique Hernández dio inicio a sui intervención:

Compañeros de la mesa, señor presidente del consejo de administración, -- y se volteó para mirar a Fernando Manrique — la propuesta que a continuación presentaré ha sido previamente discutida con diferentes especialistas en la materia, y en resumen, para avanzar en la tarea de revertir el deterioro de la naturaleza y sentar las bases para una cultura responsable y en armonía con el entorno natural, es necesario realizar una serie de tareas; como un decidido programa de recuperación de cuencas y aguas superficiales. -- y en la pantalla empezaron a aparecer imágenes dramáticas de basura acumulada en ríos y lagunas, eran tantos los sitios mostrados y pasaban uno de otro a tanta velocidad, que por un momento la pantalla se cubrió de una especie de explosión momentánea de basura, para después desaparecer y dejar la imagen de una bella cascada -- Un cambio en la política de aprovechamiento forestal, para que nuestros bosques no se conviertan en enormes campos de cultivo, expresaba fríamente Enrique Hernández.

Tenemos que planificar el desarrollo a largo plazo, y tenemos que hacerlo por escrito; en este momento, el instrumento esencial para armonizar el desarrollo y el medio ambiente y que tiene que ver con la valoración del impacto que los proyectos le causan, es de una visión muy corta, -- en la pantalla se desplegó a manera de bloques y flechas, como era el procedimiento que la autoridad empleaba para evaluar la viabilidad ambiental del proyecto, apareciendo imágenes de autopistas, aeropuertos, puertos e incluso hoteles en las playas – ya que decide por el proyecto en sí mismo y no cuenta con el respaldo de un escenario mayor de planificación, donde el país y sus regiones, previamente ordenadas, impongan el tipo de industrias que deben existir a lo largo del territorio nacional.

Se trata señores, de impulsar una visión estratégica del desarrollo del país, por grandes zonas con similitudes biológicas, geográficas, sociales y económicas, que involucre a todos los actores y que siente las bases de un desarrollo planificado, sustentado en la vocación natural del sitio, y sobre todo en la intensa participación de los ciudadanos que se vean afectados o beneficiados por la obra en cuestión.

El equipo que encabezo propone elevar al Presidente Electo el programa de rescate de agua, de política forestal, de residuos sólidos y peligrosos y de cambio a la legislación ambiental que aquí se han expuesto, gracias por su atención. Enrique Hernández estiró su brazo para pasar el micrófono a Fernando.

Estoy verdaderamente satisfecho con los resultados de sus trabajos, espero que cada uno de ustedes tenga lista la parte que le corresponde de manera oportuna, como siempre ha sucedido. – Resalto estas últimas palabras – Integren un solo equipo para preparar el documento definitivo para acordarlo con el Congreso, tiene que ser avalado por todos, concluyó Fernando.
Antes de marcharse, Fernando hizo una señal para que el resto de los directores no recogieran sus pertenencias y les dijo: Esperen un momento mas, siento que falta algo importante de incluir, -- y observó directamente a Enrique Hernández – y que tiene que ver con la manera de cómo queremos conducirnos nosotros los mexicanos, se trata de un capítulo donde se explique digamos, la filosofía de nuestra propuesta.

Un capítulo que privilegie el escuchar y comprender antes de hablar, un capítulo que reconozca que por ejemplo, en la propuesta sobre medio ambiente nos basamos en la armoniosa relación histórica que los pueblos precolombinos tenían en torno a la naturaleza; que somos increíblemente solidarios y por eso emprendemos las iniciativas de empleo, porque creemos en la enorme disciplina de los mexicanos heredada de los vigorosos vientos llegados con la conquista. – los ahí reunidos, incluyendo los momentáneos observadores que se arremolinaban en los cristales conocían la historia de “El Sexto Sol”, que Fernando les había hecho llegar con antelación a esa reunión – Que el “refrigerador lleno”, continuaba, lo haremos llegar con sustento y responsabilidad porque deseamos que termine de una vez por todas el tremendo sitio alimenticio al que se tiene increíblemente aún sometida a la esplendorosa ciudad de México. E incluso, el “sitio” de alimentos, subrayaba, se ha extendido y profundizado aún más, prácticamente a lo largo y ancho de todo el país, como lo señaló claramente la exposición de Antonio González.

Que seamos claros al referirnos que las iniciativas tienen el fin último de restaurar el espíritu de los mexicanos, el espíritu unificador que tanto ansiamos. Que nos demos la mano de manera sincera, que recuperemos las calles y los paseos nocturnos sin la zozobra de ser asaltados o asesinados, concluyó Fernando ante la espontánea explosión de aplausos y vivas provenientes de la abigarrada mesa y de todas las personas que emocionadas replegaban sus cuerpos a los pulidos cristales, incluyendo al policía que a lo lejos agitaba emocionadamente sus brazos.

Que tengan un excelente día, la reunión ha concluido, terminó Fernando.

Ciudad de México, 15 de septiembre del 2006.

Esa mañana, el Presidente Electo de los Estados Unidos Mexicanos desayunaba tranquilamente en el jardín de su temporal residencia de campaña, le acompañaba Fernando Manrique, industrial magnate de las comunicaciones. El menú había sido sencillo, como era la costumbre del Presidente; se había dispuesto en la mesa café negro, pan recién hecho, fruta, jugo de naranja, y tres diferentes opciones de huevos, todo ello cocinado impecablemente por la esplendorosa cocinera oaxaqueña, que en ese momento se dirigía al invitado del Presidente, ofreciéndole un poco más de su humeante café.

El desayuno que originalmente se había programado su duración en una hora, se había extendido por dos más, ya que el Presidente decidió que ahí mismo, y una vez despejada la mesa de los alimentos, se improvisara temporalmente su despacho. El Presidente, atento, escuchaba a su invitado argumentarle y señalarle los principales puntos que ese día le había planteado. Cuando terminó, el invitado se puso de píe y el Presidente de la República le estrechó la mano con gran firmeza.

Al despedirse, el Presidente le miró directamente a los ojos y le dijo: Soy un aliado de las causas nobles, cuente con todo mi apoyo, caminamos en el mismo sentido.

Un poco mas tarde, en la intimidad de su despacho, el Presidente de la República observaba la pequeña fila de “carpetas” que tenía frente a sí en su escritorio; poniéndose de pie se inclinó hacia el montón de documentos y cuidadosamente extrajo la carpeta que Fernando Manrique le había entregado por la mañana. Cuando empezó a revisar con más calma el documento, pudo notar que en la portada aparecían prácticamente todos los emblemas y firmas de las más importantes organizaciones empresariales, ostentaba igualmente los símbolos de varias Secretarías de Estado y del Congreso de la Unión, quienes avalaban las propuestas, lo que le dio una enorme confianza. En esta misma página escribió:

David. – nombre de su recién Secretario de Hacienda – Veme con este asunto en tu próximo acuerdo. Es muy importante que las áreas involucradas integren en sus programas las iniciativas que presentan los industriales y que avalan el Congreso y los partidos políticos. Me informas inicialmente cada 15 días de los avances. Este es el único camino, la vía para evitar la construcción del muro.

Muy cerca de ahí, en una de las torres de la catedral metropolitana, una parvada de colibríes se agrupaba en torno a un pequeño nido del que se asomaban varios polluelos. El nido, construido justo en uno de los brazos de la estatua del Cristo redentor, estaba lejos de cualquier monaguillo o gato curioso, incluso, ni el tañer de las campanas hacía que las aves huyeran de ese sitio, lo habían elegido como su mejor morada.





Ciudad de México, 22 de Diciembre del 2005.

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