miércoles, 5 de diciembre de 2007

Lo tuyo

Por Maribel Rodríguez:


Un amigo mío me dijo —en total desacuerdo con el dicho de otro amigo, hoy difunto: — No mi reina, lo tuyo, lo tuyo, son las historias, la fantasía. No las historias fantásticas. La fantasía. Ésa que te hace desaparecer del presente para transportarte a cualquier lugar, al que tú quieras… corazón. Al mismísimo centro de la tierra. Porque tus historias tienen que ver con eso: Con la tierra. No sé si por profundas, o por oscuras, pero esas historias, las tuyas, me hacen irme a donde tú quieras. Me transportan. ¡No perdón! Me transforman. Me hacen ¡Noooo, no, no es cierto! Me haces. Me conviertes en lo que tú quieres.

Y continuó: — Pero no eres tú. Son tus historias. Por eso, mi reina, lo tuyo, lo tuyo, son las historias, pero no cualquier historia, tus historias, las que tú inventas cada vez que te veo. Cada vez que te siento, afuera y adentro. ¿Cómo iba a imaginarme que tu verdadera magia no era tu cara, ni tus pechos, ni tus dientes, ni tu sonrisa, ni aquella mitología que te rodeaba cuando te conocí? ¿Cómo saber que tu verdadera magia era precisamente eso? No la magia, sino la imaginación, tu imaginación, tu fantasía, tus historias. La verdadera tú no era la Diosa inalcanzable que todos pensaban. La verdadera tú era la encantadora. Sí. Por tu encanto. Pero el que sale de tu boca, el que brota de tus dientes como piedras mágicas. Esas son las cosas que de verdad encantan… las que me han encantado. Las que me tienen imantado. Pegado a tu boca vamos. ¡Eso! A tu boca, porque… nada me hechiza como tu boca. No sólo tus besos (que también) pero eso que me dice tu boca, lo que me inventa tu boca, lo que me haces creer, lo que cada vez que te oigo me asusta, porque la “terca realidad” es y punto. Pero tú, tú no eres realidad. Eres fantasía. Igual que tus historias. En realidad todavía no sé si existes o te inventaste en una de tus fantásticas historias y me incluiste a mí… para reinventarme. Para hacerme dar ese salto (que tampoco sé si es real) que no sé a dónde puede llevarme, porque ¡Contigo nunca se sabe si estás en la vida real o en una de tus historias! No sé si dar el brinco porque tampoco sé qué parte es: Sí de éste lado o del otro. No del tuyo, del de los magos, sino del mundo de “Nunca jamás”. Claro que me da miedo, por que si salto y me quedo con los piratas y Peter Pan ¿Cómo me regreso? ¿Me vas a regresar tú? ¿Y si no puedo? ¿Y si no quiero? ¿Y si a pesar de todo me haces un personaje de tu historia y yo ya no puedo ser el protagonista de la mía? Es decir, de la que también me inventé, pero yo, nadie más. ¿Y que hago ahora contigo? ¿Me quedo adentro de tu historia? Esta nueva, esta que todos los días inventas, porque así es, literalmente, la de hoy no tiene nada que ver con la de hace veinte días, ni con la de hace dos semanas, ni con la del Lunes, mucho menos con la de ayer. ¿Qué hacer contigo? ¿Dejarte con lo tuyo, lo tuyo, es decir con tus historias? ¿Dejarme sumergir, volver a salir, respirar, huir, detenerme, correr, volverme conejo y salir de la chistera, u ogro, como Sherek y cambiar los cuentos de hadas, o de plano dejar que me conviertas en “el príncipe azul que yo soñé”, y dejar que me hagas y me deshagas en tus historias? ¡Yo no lo sé! Lo único que sé es que lo tuyo, lo tuyo, “mi reina”, son las historias, las tuyas, las que salen de tu boca, ésa que quisiera a mi lado todas las noches, aunque solo fuera en una de tus historias.

* A ese querido amigo que dice que lo mío, lo mío… son las historias… las fantasías: Merlina

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